Myanmar siempre fue un lugar que soñé con visitar desde hace muchos años. No lo visité antes por la poca información que encontraba, ya que es un país que se abrió hasta hace muy poco al turismo. Mi experiencia aquí fue fascinante, y me quedé un hambre anormal de volver. Mi estadía inicialmente era de 4 días pero se vio reducida por una situación bancaría en donde no pude utilizar ni mi ATM ni mis tarjetas de crédito por un bloqueo que Estados Unidos le tenía al país. Así que solo pude conocer un poco de Yangón y Bagán.
Mi viaje comenzó saliendo del aeropuerto Internacional de Bangkok hasta el aeropuerto de Yangón, ya que era el único aeropuerto que podía entrar por el tema de la visa. El único medio de transporte para llegar a la ciudad desde el aeropuerto es en Taxi, así que tomé uno para ir hasta el centro. El tránsito era horrible y tomó poco más de una hora un trayecto que en tránsito normal podría tomar 20 minutos. Durante el camino el taxista y yo tratamos de mantener una conversación; algo difícil ya que ninguno de los dos podía hablar el idioma de cada cual, pero entre señas, sonrisas pintadas de rojo por el tabaco que el chofer masticaba y palabras claves, algo logramos. Fue muy impresionante estar en una ciudad con turismo casi inexistente, entre personas que no han tenido mucho acceso a ver algo mas de lo que han vivido en sus tierras y mucho menos a interactuar con personas extranjeras. Observaba las camionetas en donde no había manera de que cupiera un ser humano más, la dinámica del día a día y la pobreza del país, contrastada con Templos de Oro de arquitectura impresionante.
Llegué hasta la Pagoda Maha Wizaya, la cual queda muy cerca del templo principal construido hace 2,500 años llamado Shwedagon. Acá recorrí un poco entre personas que no paraban de mirarme, tal vez por mi colorida vestimenta o por la falta de costumbre de ver extranjeros. Caminé hasta el templo principal, me quité mis zapatos, como en todos los templos Budistas, y recorrí la enorme estructura. Al caer la tarde me tomé otro Taxi para ir a la estación del Bus principal de Yangón, la cual queda en las afueras de la ciudad, para ir a Bagan.
Al llegar a la estación de Bus el gentío y la cantidad vehículos eran de locos, era como estar en una ciudad de transporte; cuadras y cuadras de compañías de autobuses. Paseamos por al menos unas 20 cuadras en el taxi, para finalmente encontrar la empresa JJ Express en donde tenía mi reserva. La apariencia de la oficina mató cualquier tipo de ilusión de tener un viaje placentero en Bus; pero para mi sorpresa el contraste entre ambos era similar al de Pagodas de oro en un país en donde abunda la pobreza. El bus era a otro nivel, sumamente cómodo, aclimatado, con un servicio de primera y por un costo de solo $18 dólares. Durante el viaje dormí un poco, el bus hizo 2 paradas en unas zonas ya preparadas para los con restaurantes y baños.
Luego de unas 10 horas de viaje llegamos a la estación de autobuses de Bagan. Al llegar ya nos esperaban una multitud de taxistas legítimos y otros no legítimos para ofrecer transporte hasta el hotel de cada cual. Bagan está dividido en las zonas Nyaung-U, Old Bagan y New Bagan. Yo me quedé en Old Bagan, lo cual considero que es la mejor zona para hospedarte. Llegué, dejé mis cosas en hotel y caminé hasta la Shwe-zi-gon Pagoda, la cual quedaba a pasos de allí. Mi emoción al caminar por sus calles era similar al de mis hijas en Disney. La realidad es que llevaba muchos años viendo fotos de este lugar y soñando con algún día visitarlo. Luego de recorrer la Pagoda, volví al hotel y renté una bici eléctrica (algo similar a una scooter, pero un poco mas lenta). Era mi primera vez manejando cualquier tipo de moto, al comienzo sentí que visitaría un hospital antes de ver los templos, pero ya luego de vencer el miedo, me sentí como campeón de motocross.
Comencé el recorrido hacia los templos y no hay palabras para describir lo que sientes al estar ahí. No hay ni siquiera un país con el cual pueda compararlo, es una sensación de estar en otro planeta. Son sobre 100 templos y monasterios, de arquitectura impresionante, todos mezclados entre bosques y pequeños caminos de tierras que conectan cada uno. En la mayoría de ellos puedes subir y obtener vistas hermosas y surreales de los templos. Mi día pasó de esa manera, perdido entre estos caminos, explorando estos templos y simplemente desconectándome un poco de lo que mis ojos y mi rutina acostumbran a vivir. Finalicé mi día observando el atardecer desde la famosa “Sunset Pagoda» luego me regresé al hotel, cené algo y descansé.
Se que volveré a estas tierras a conocer lo que aún no he conocido, a visitar el hermoso Lago Inle, a recorrer los ríos hasta Mandalay y a conocer su costa sur que poca información existe sobre la misma. En 5 años Myanmar no será una tierra desconocida, ya que el país se encuentra en un desarrollo agresivo para recibir viajeros de todo el mundo. Este es el mejor momento para visitarla, antes de que se convierta en un negocio controlado por unos pocos que se hacen millonarios mientras el país sigue en el mismo nivel de pobreza.
He conocido de su página y su trabajo a través de la publicación del Molusco sobre el proyecto que van a realizar en el Reino Unido. Precisamente, el año pasado tuve la oportunidad de visitar Inglaterra (diversas ciudades como Londres, Liverpool, Chester, Oxford, Stratford-upon-Avon y visite Escocia ( Edimburgo, Glasgow, Inverness, los paisajes de las Highlands) en fin, in viaje inolvidable. He visitado diversos países por mi cuenta (sin excursiones), no tanto como usted, pero de mis visitas a Grecia, Francia, Italia,Reino Unido, encuentro que las tierras escocesas tienen algo especial. Su gente, su comida, su orgullo patriótico escocés ( no muchos q conocí se identifican con el Reino Unido) lo hacen único. Desconozco las circunstancias por los que escogieron hacer el programa en estas hermosas ciudades, pero me alegro que puedan dar a conocer las cultura escocesa y a la vez exponer a nuestra Isla. Les deseo mucho éxito y deseosa de ver los resultados en los próximos meses.
Att. Nilsa A. Santos
¡Cómo echo de menos a este país! La gente es un encanto, y los templos, como estos de Bagán, son una verdadera pasada. Me encantaría volver.
Como dices no hay palabras para describir lo que sientes al ver Bagán y recorrer sus templos. A nosotros también nos enamoró Myanmar. Qué lástima que tuviste algún problemilla… La próxima vez acércate hasta el Lago Inle! Un saludo 😉
Si! Me quedé con las ganas!